La Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la resolución 66/127, estableció el 15 de junio como el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Esta fecha conmemora la importancia de identificar, prevenir y combatir el maltrato y abuso contra la población mayor, instando a la acción y promoviendo la sensibilización en todos los sectores de la sociedad.
Desde el sector salud, y en línea con la Política Pública Nacional de Envejecimiento y Vejez liderada por el Ministerio de Salud y Protección Social, esta conmemoración cobra especial relevancia al reconocer que cualquier acción u omisión que cause daño a una persona mayor vulnera su respeto, dignidad y derechos fundamentales. Se promueve la prevención de violaciones al derecho a la integridad personal, incluyendo lesiones físicas, consecuencias psicológicas, abuso sobre bienes patrimoniales y económicos, y la discriminación por edad.
En Colombia, las personas mayores de edad cuentan con especial protección constitucional. Por otra parte, la importancia de respetar sus derechos es una responsabilidad compartida que involucra a familias, autoridades nacionales y territoriales, prestadores de servicios de salud, sector educativo y de justicia, academia, entidades públicas y privadas, e instituciones de protección y promoción social.
Es fundamental fomentar una cultura que promueva la solidaridad y empatía intergeneracional, reconociendo el valor y las contribuciones de las personas mayores a la sociedad. Los diferentes tipos de maltrato hacia las personas mayores, como el abuso emocional, psicológico, físico, financiero, sexual, negligencia, abandono, edadismo, infantilismo y maltrato cultural, deben ser abordados con firmeza y sensibilidad.
El derecho de las personas mayores al buen trato se materializa cuando se reconoce su valor, experiencias y aportes a la familia y a la sociedad. Esto se expresa mediante sentimientos de respeto, gratitud, tolerancia y amor, la inclusión activa en actividades familiares, sociales y comunitarias, y la garantía de entornos amigables, seguros y accesibles donde se sientan protegidos e incluidos.
La colaboración y el compromiso de todos los sectores de la sociedad son esenciales para construir un entorno donde las personas mayores puedan envejecer de manera saludable, segura y plena, contribuyendo significativamente al bienestar colectivo y al tejido social.