- El Ministro de Salud Alejandro Gaviria Uribe manifestó ante representantes de salud de México, Brasil, Chile, Perú y Colombia que los determinantes sociales y el Plan Decenal de Salud Pública son dos plataformas para impulsar las estrategias de su cartera en materia de equidad en salud
Audio, MinSalud habla sobre políticas para cerrar las brechas en salud
Cali, 25 de octubre de 2014.- En el marco del Primer Encuentro Latinoamericano de Salud Pública el Ministro de Salud y Protección Social, Alejandro Gaviria Uribe, intervino en el panel sobre la incorporación de una visión de determinantes sociales para la generación de políticas públicas para el abordaje de inequidades y señaló que el positivismo es una ideología esencial en la construcción de políticas públicas.
Afirmó que en el artículo noveno de la Ley Estatutaria se abordan los determinantes sociales de la salud como uno de los elementos fundamentales en el objetivo de cerrar las brechas de inequidad. Así mismo, hizo referencia al Plan Decenal de Salud Pública 2012-2021 donde están expuestas más de 200 metas de las cuales 84 hacen parte de la acción intersectorial y la formula recae en tener mayores recursos y mejores políticas públicas.
Destacó que desde el Ministerio se promueven políticas enfocadas y estructuradas y concertadas entre otros sectores para avanzar en esas inequidades donde haya articulación entre el territorio y la nación. “La prestación de servicios influye entre 10 0 15 por ciento y las otras cosas pasan por factores externos sin embargo en la mente de la gente existe una suerte de creencia de lo que pasa por los hospitales pero lo más importante está por fuera como como el agua potable, vivienda, alcantarillado, empleo y este seminario se trata de eso, de incorporar a la salud en todas las políticas”.
Subrayó Gaviria Uribe “en el capítulo de salud del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 se busca dar solución que a las dificultades heterogéneas que existen en el sistema y es el principal objetivo que presentaremos en las próximas semanas”
Explicó que en Colombia se ha avanzado en la institucionalidad y con la creación del IETS y la comisión intersectorial de gobierno son procesos que buscan legitimidad y trasparencia para la generación de los contratos sociales.
Finalizó su intervención mencionando que el cambio social positivo vale la pena encomiarlo y posteriormente describió la conceptualización del cambio social bajo el aprendizaje que ha vivido en los últimos dos años al mando de la cartera de salud con el siguiente decálogo reformista:
1. El reformador debe combatir dos formas extremas de dogmatismo: la primera postula que el Estado (o la estatización) es la solución de todos los problemas; la segunda, que, directa o indirectamente, el Estado es la fuente de todos los problemas.
2. El reformador debe tener en cuenta que, así como hay fallas de mercado, hay fallas de Estado. Cualquier intento de reforma tiene que partir de un entendimiento sofisticado de ambos problemas.
3. El reformador debe rechazar la disyuntiva falsa entre “un sistema injusto y corrupto que no puede mejorarse y otro racional y armonioso que ya no habría que mejorar”. El cambio social no es cuestión de todo o nada, es cuestión de más o menos.
4. El reformismo permanente, continuo, basado en el conocimiento práctico de los problemas, es siempre más eficaz que el reformismo ocasional y utópico, basado en concepciones ideológicas y en objetivos grandilocuentes.
5. El reformador debe huir de las utopías regresivas, de la retórica pomposa de la revolución y de los que destruyen sin haber construido.
6. El reformador nunca debe perder de vista los valores progresivos, los objetivos intrínsecos de todo proceso de cambio. Las reformas se hacen para la gente, no para los agentes (quienes casi siempre disfrazan sus intereses particulares de altruismo y desprendimiento).
7. El reformador debe ser consciente de una asimetría fundamental: el poder del Estado es mayor para redistribuir que para generar bienestar. Por ello muchos reformadores terminan siendo árbitros de contiendas redistributivas, decidiendo qué grupo gana y qué grupo pierde pero no contribuyendo al bienestar de las mayorías.
8. Las reformas legales cambian los incentivos, pero no cambian las normas sociales (la cultura). Tampoco crean, por sí solas, capacidades colectivas. Por lo tanto los efectos de las reformas legales son con frecuencia inferiores a lo presupuestado.
9. Los reformadores deben evitar caer en “la pretensión del conocimiento”. En los sistemas abiertos y complejos, los efectos de los cambios legales son en buena medida impredecibles e imprevisibles. De allí la importancia del gradualismo y la experimentación permanente.
10. El reformador debe entender que casi siempre es una figura trágica. Su respetabilidad (ética) viene de su insistencia en hacer lo que toca en contra de las fuerzas (mayoritarias) de la insensatez, el oportunismo y la indiferencia.