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Ministerio de Salud y Protección Social

Abordaje Integral de la Conducta Suicida: Un Enfoque Multisectorial para la Prevención

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 Abordaje Integral de la Conducta Suicida: Un Enfoque Multisectorial para la Prevención

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​Expertos del Ministerio de Salud y Protección advierten sobre la urgencia de estrategias coordinadas para reducir el riesgo de suicidio.

29/05/2025
Boletín de Prensa No 068-2025

Bogotá D.C., 29 de mayo de 2025. La prevención del suicidio se ha convertido en una prioridad para el Gobierno del Cambio, pues se reconoce que pensar en quitarse la vida – o intentar llevarlo a cabo - es un problema de salud pública que demanda un enfoque integral y multisectorial, así como la participación activa de la comunidad.

A nivel global los índices de conducta suicida han generado una creciente preocupación. Esto ha impulsado a gobiernos, instituciones de salud y organizaciones sociales a diseñar estrategias que permitan consolidar una respuesta efectiva para reducir el riesgo y fortalecer los factores protectores en la población.

El suicidio no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una interacción compleja de factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 700.000 personas mueren por suicidio cada año, siendo una de las principales causas de muerte entre jóvenes y adultos. En muchos países, el suicidio supera la tasa de muertes por accidentes de tráfico y homicidios, lo que evidencia la gravedad del problema y la necesidad urgente de establecer medidas de intervención eficaces.

La importancia de la promoción de la salud mental y la prevención primaria

Uno de los pilares fundamentales en la prevención del suicidio es la promoción de la salud mental y la implementación de estrategias de prevención primaria. Estas acciones buscan mejorar el bienestar emocional de la población mediante la creación de entornos saludables y la reducción de factores de riesgo.

Las investigaciones han demostrado que la promoción de la salud mental desde edades tempranas tiene un impacto significativo en la disminución de conductas suicidas. Por ello, los programas de prevención deben enfocarse en fortalecer habilidades para la vida tales como el manejo de emociones, la resolución de conflictos y la resiliencia. En el contexto escolar, por ejemplo, es fundamental capacitar a docentes y orientadores para que identifiquen señales de riesgo en los estudiantes y ofrezcan apoyo oportuno.

Además, la sensibilización social es clave para desmitificar el suicidio y fomentar el acceso a servicios de salud mental. Las campañas educativas deben promover la importancia de buscar ayuda en momentos de crisis, desmontando estigmas y barreras que limitan la atención psicológica. Asimismo, la formación de primeros respondientes, como líderes comunitarios, religiosos y profesionales de la educación, puede contribuir significativamente a la identificación temprana de signos de alarma y a la intervención adecuada.

Identificación temprana y atención oportuna: clave para la prevención del suicidio

Otro componente esencial en la estrategia de prevención del suicidio es la identificación temprana y la atención oportuna de personas en riesgo. Diversos estudios han revelado que la mayoría de las personas que presentan conductas suicidas han manifestado previamente señales de alerta, tales como expresiones de desesperanza, aislamiento social, cambios en el estado de ánimo y pérdida de interés en actividades cotidianas.

Para mejorar la detección de casos, es necesario fortalecer el sistema de salud colombiano y garantizar un acceso oportuno a los servicios especializados. La implementación de rutas de atención específicas permite eliminar barreras administrativas y asegurar que las personas en situación de riesgo reciban la ayuda necesaria sin obstáculos burocráticos. Asimismo, el desarrollo de servicios de intervención en crisis, junto con acompañamiento terapéutico y seguimiento continuo, resulta fundamental para brindar apoyo efectivo.

Otro aspecto relevante es la necesidad de considerar el intento de suicidio como un evento de salud pública, con notificación obligatoria y respuesta institucional prioritaria. La integración de protocolos de atención en hospitales y centros de salud permitirá una intervención rápida y coordinada, reduciendo el riesgo de reincidencia y garantizando el acceso a tratamientos adecuados.

Capacitación del talento humano: formación integral para la prevención

El abordaje de la conducta suicida requiere una formación especializada para los profesionales de salud, educación y líderes comunitarios. La capacitación continua en la identificación de signos de alerta, la aplicación de primeros auxilios psicológicos y la derivación a servicios especializados son medidas fundamentales para mejorar la respuesta ante situaciones de riesgo.

Las instituciones educativas y universidades deben incorporar módulos sobre salud mental y prevención del suicidio en sus currículos académicos. Esto permitirá que los futuros profesionales cuenten con herramientas adecuadas para abordar la problemática desde una perspectiva integral. Asimismo, el fortalecimiento de redes de apoyo psicosocial mediante la articulación intersectorial y el empoderamiento de actores locales es clave para generar espacios de acompañamiento en crisis.

Enfoque intersectorial: una estrategia colectiva para la prevención

El suicidio no es únicamente un tema de salud, sino un problema que involucra múltiples dimensiones sociales. Por ello, se requiere un enfoque intersectorial que integre los sectores de salud, educación, protección social, justicia y a las comunidades, con el objetivo de influir en los determinantes sociales y promover una respuesta colectiva.

La creación de comités territoriales de salud mental y prevención del suicidio, con participación comunitaria, facilitará la articulación de esfuerzos y la implementación de políticas públicas efectivas. Además, el diseño de planes territoriales con enfoque preventivo permitirá adaptar las intervenciones a las necesidades específicas de cada región.

La formalización de rutas intersectoriales de atención donde se definan roles y responsabilidades de cada sector, es crucial para optimizar recursos y ampliar la cobertura de las intervenciones preventivas. A su vez, la promoción de acuerdos entre entidades públicas y privadas favorecerá la implementación de programas de prevención con mayor impacto.

Participación comunitaria y enfoque diferencial: construyendo redes de apoyo

La participación comunitaria es un factor clave en la prevención del suicidio. Las estrategias deben estar adaptadas a la diversidad cultural, territorial y social, reconociendo las particularidades étnicas, de género, edad y vulnerabilidad de cada población.

El fortalecimiento de redes de apoyo comunitarias con organizaciones sociales, religiosas y barriales es esencial para generar espacios de acompañamiento y contención emocional. También las campañas educativas dirigidas a sensibilizar sobre salud mental, desmitificar el suicidio y promover la búsqueda de ayuda son fundamentales para reducir el estigma y aumentar la confianza en los servicios de salud.

Finalmente, el empoderamiento de personas con experiencia vivida, como agentes de esperanza y motivación en procesos de recuperación colectiva, representa un aporte significativo en la construcción de estrategias de prevención. Sus testimonios y experiencias pueden inspirar a quienes atraviesan momentos difíciles, fomentando la resiliencia y la integración social.

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