Audio de Jairo Hernández, subdirector (e) de Salud Ambiental del Ministerio de Salud y Protección Social
Bogotá D.C, 26 de abril de 2021. En las últimas tres décadas, el mundo viene experimentando la aparición de nuevos tipos de virus que han dado lugar a nuevas enfermedades, muchas de ellas letales para los seres humanos.
Ejemplo de ello, son los virus de la familia Coronavirus que han causado dos brotes importantes en el 2001 y 2012, se trata del SARS-CoV y el MERS, respectivamente, que son familiares cercanos del actual SARS-CoV-2 que produce la COVID-19.
Ante la inevitable pregunta de por qué se están presentando con mayor frecuencia estas epidemias que afectan a los seres humanos (y en particular esta pandemia) que han puesto en jaque las economías de las naciones, los sistemas de salud y hasta la convivencia normal de las sociedades, la literatura científica indica que pueden haber relaciones con el comportamiento de la sociedad.
“Al parecer existe un factor común que articula el origen de estas enfermedades y cuya convergencia está relacionada con la interacción que se tiene con el entorno y con la naturaleza, contribuyendo de esta forma al desequilibrio de los ecosistemas”, explicó Jairo Hernández, subdirector (e) de Salud Ambiental del Ministerio de Salud y Protección Social.
Mencionó Hernández, que la pandemia causada por COVID-19 está permitiendo hacer un alto para pensar y analizar cómo el desarrollo económico, bajo el modelo actual de la mayoría de países del mundo, ejerce una presión sobre los diferentes recursos naturales y genera impactos negativos sobre la vida en el planeta.
“Es así como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la alteración de los ecosistemas, el aumento de la deforestación, los altos niveles de contaminación del aire en diferentes ciudades y de la misma forma de los cuerpos de agua, el comercio inconmensurable de vida silvestre, la inadecuada gestión del uso del suelo, entre otros, son efectos evidentes de la relación disfuncional que tiene la humanidad con el medio ambiente”, aseveró.
Retos del covid-19
A medida que la pandemia por el nuevo coronavirus SARS CoV-2 sigue propagándose por todo el globo terráqueo, son indudables los perjuicios en la salud y la economía, dejando entrever el aumento de la brecha en la desigualdad social entre las naciones.
“Por el contrario, la naturaleza y en general las otras especies del planeta han tenido un respiro, tanto en zonas rurales como urbanas; el confinamiento o aislamiento social ha permitido que muchos animales hayan retornado a espacios que en algún momento pertenecieron a ellos. Durante este año y medio de pandemia, por medio de videos o fotografías, se ha evidenciado que los animales manifiestan su deseo de vivir tranquilamente en un hábitat sin ningún tipo de presión del actual desarrollo humano, del que por años han sido víctimas, bajo un modelo económico insostenible”, reflexionó.
Es así, aclaró Hernández, como esta pandemia es una prueba poderosa y sin precedentes de que este planeta y las personas comparten el mismo destino y están más estrechamente vinculadas de lo que la mayoría de los seres humanos creíamos.
Las investigaciones demuestran que el comercio, el consumo ilegal y no regulado de vida silvestre, así como la deforestación y la destrucción de hábitats intactos, pueden aumentar el riesgo de transmisión de enfermedades, ya que muchas especies silvestres son reservorios de diversos agentes patógenos. “Por lo tanto, una rigurosa legislación en estas materias, reduciría el contacto cercano con muchas especies y con ello, disminuiría el riesgo de enfermedades emergentes, que puedan transmitirse a los humanos”, añadió.
Asimismo, mencionó Hernandez que la naturaleza, debe ser vista como aquella fuente de bienes y servicios ecosistémicos, como elemento esencial de la vida humana, ya que estos entornos en buen estado nos proporcionan alimento, agua potable, óptima calidad del aire, regulan el clima y hasta nos aportan beneficios culturales, recreativos y espirituales. “Se podría entonces concluir que esta es la fuente principal para mantener nuestra salud y gozar de un provechoso bienestar”.
“Esta pequeña interrupción en la actividad normal de este mundo nos ha recordado que a partir de una óptima relación, dependerá el éxito de la vida en la Tierra; que el uso sostenible de la biodiversidad es la llave para conseguir una mejor calidad de vida; que los daños que hemos causado por esa relación disfuncional con estos recursos aún pueden ser remediados y que cada ser vivo cumple una función específica que por ningún motivo debe ser alterada”, aseveró.
Tras la pandemia
Este es un momento clave para tomar conciencia, para pensar, para generar un cambio de mentalidad que conlleve a mantener una relación funcional; este es el momento para reflexionar acerca del futuro común que quiere la raza humana, sin dejar de pensar, claro está, en el desarrollo económico y social.
Considera el funcionario que es momento de considerar que el avance de la humanidad no tiene por qué ir ligado a destrucción de hábitats o contaminación indiscriminada; todo lo contrario, debe hacerse de una manera sostenible, respetando cada individuo, cada especie, cada ecosistema, donde se cambie la lógica del mercado por el del bienestar de la población. Solamente de esta manera, replanteando los patrones de producción y consumo, podremos garantizar una mejor calidad de vida.
“No hay que esperar más. Es el tiempo para reconocer el papel fundamental que desempeña la naturaleza en el progreso de la humanidad y así reducir no solamente el riesgo de nuevas pandemias, sino evitar las graves consecuencias que pueden llegar a ocurrir debido a las crisis ambientales que estamos viviendo”, aludió.
Por último, Hernández hizo esta invitación: “después de la pandemia debemos volver, pero debemos hacerlo siendo mejores, siendo conscientes y con una nueva visión, siendo consecuentes con la salud, con el perfeccionamiento y con la vida que deseamos”.